- La Credencial.
- La Concha.
- La Piedra.
- El Objetivo
La credencial
Este documento identifica al peregrino y le permite el acceso
a los albergues, donde lo sellarán como testimonio de su paso. Se dice que hay
que sellarla 2 veces al día pero suele ser suficiente con un sello diario.
Se entrega exclusivamente a aquellos que peregrinan a
Santiago a pie, en bicicleta o a caballo y se puede conseguir, bien a través de
la Iglesia, las Asociaciones de Amigos del Camino, las Cofradías u otras
instituciones que la Catedral de Santiago tenga debidamente autorizadas, e
incluso en algunos de los Albergues del Camino.
Con la credencial, acredita el trayecto recorrido por el
peregrino, en la que se van acumulando los sellos de las parroquias, albergues,
ayuntamientos u otras entidades representativas de los lugares por los que
transcurre la peregrinación. Con esta credencial se consigue la Compostela.
La Compostela es un certificado expedido por las autoridades
eclesiásticas y entregado a los peregrinos cuando acaban su recorrido. Para
ganarla es necesario haber recorrido como mínimo los últimos 100 Km. a pie o a
caballo o, 200 Km. en bicicleta. Lo cual significa que el recorrido mínimo para
el Camino francés empieza en Sarriá. Los peregrinos que llegan a Santiago de
Compostela tienen que mostrar la credencial del camino sellada, que demostrará
que han andado, hospedado y/o pasado en los lugares que en ésta muestra.
En el pasado este
documento servía
como prueba al peregrino forzoso, aquél que por su crimen, había sido obligado
a realizar el Camino y también a aquellos que lo habían recorrido por
delegación de todo un pueblo. No había ningún rey o príncipe de la cristiandad que no admitiese como único
documento acreditativo la Compostela, cuyo rango superaba incluso a sus propias
leyes.
La Concha
Existe una gran variedad de opiniones sobre los orígenes de
la concha de viera como símbolo del peregrinaje a Santiago de Compostela.
La concha de viera paso a llamarse Concha de Santiago porque
cuando los peregrinos llegaban a Santiago de Compostela se les entregaba un
pergamino que les confirmaba como peregrinos y se les colocaba sobre su
sombrero y capa la concha de viera, que, entre otras cosas, demostraba su
estancia en Santiago de Compostela de modo que, de regreso a sus localidades de
origen, no quedaba ninguna duda de sus logros y méritos personales.
Existía un importante mercado en Santiago en torno a la
comercialización de las conchas de vieira, cuya venta fuera de esta ciudad estaba
terminantemente prohibida bajo amenaza de excomunión de la Iglesia Católica
(¿?). En los distintos establecimientos de la ciudad se vendían no solo conchas
auténticas traídas desde las playas gallegas, sino toda una variante de pequeñas
conchas peregrinas en distintos materiales que se vendían a modo de amuletos y
recuerdos para los familiares y amigos de los peregrinos y visitantes de la
ciudad.
Desde el punto de vista religioso, las conchas, acomodadas en
forma de dedos, se dice que significan las obras buenas, en las cuales el que
dignamente las lleva debe perseverar, por tanto, como el peregrino lleva la
concha, así cualquier ser humano mientras esté en el camino de la vida debe
llevar el yugo del Señor, esto es, debe someterse a sus mandamientos.
Para otros, la Concha de Santiago es una estilización de la
pata palmeada de una oca, símbolo de muchas tradiciones antiguas de
reconocimiento iniciático, y por ese motivo está relacionado con el peregrinaje
a Santiago.
Otra versión de su significado, sería que la concha de vieira,
como símbolo de Venus significa el renacer de una persona, su resurrección; es
decir, la muerte o superación del ego (egoismo y egocentrismo) para dar paso al
auténtico yo (sencillo y humilde).
Existen
otras leyendas que dan otros significados a la concha de viera relacionada con
el Camino de Santiago.
La piedra
Pasando Foncebadón y a una cota de
1503 m (el techo del Camino de Santiago francés), nos encontraremos la Cruz de
Ferro, se trata de una cruz de hierro sobre un mástil de madera de roble. La
tradición en este receso es echar una piedra
traída desde casa con un deseo escrito, al montón de piedras ya existente. El
tamaño de esta piedra debe estar en consonancia con los pecados cometidos en la
vida del peregrino, ya que al arrojarla sobre el montón los pecados y las
culpas serán liberados.
La verdad que debido a que hay que transportarla desde el
origen hace que los peregrinos no se excedan en su tamaño y depositan piedras
pequeñitas.
Se suele decir que pasan pocos peregrinos pecadores por la
Cruz de Ferro debido al tamaño pequeñito de las piedras allí depositadas.
“Oración de la Cruz
de Ferro:” Señor, que esta piedra que arrojo a
los pies de la cruz salvadora, símbolo del esfuerzo de mi peregrinación, sea la
que, llegado el instante en que se juzguen los actos de mi vida, sirva para
inclinar la balanza a favor de mis buenas obras. Así sea. Amén
Una vez liberados de pecados y culpas tras dejar la piedra, se puede observar el reloj analemático de sol
ubicado junto a la Cruz de Ferro. Colocándose en el recuadro correspondiente al
mes en el que se visita la zona, la sombra del cuerpo refleja la hora marcada
en el suelo (añadir 2 horas en horario de verano y 1 en horario de invierno).
El objetivo
Hacer el Camino de Santiago se trata de descubrir una
mezcla de reto deportivo con religiosidad, búsqueda de uno mismo y encuentro
con los demás, solidaridad entre semejantes que comparten un mismo destino en
una encrucijada de culturas, inmersos entre paisajes plagados de estilos
románicos y góticos, entre panorámicas increíbles, entre templarios y monjes benedictinos,
entre hayas, trigales, robles y castaños, y entre leyendas y milagros, que
hacen del Camino sea una experiencia singular.